Desde el privilegio

EDUCACIÓN.  En mayúsculas, por el gran respeto que merece. Es la única y mejor oportunidad.

Hemos conocido o trabajado con peques, y no tan peques, de diferente procedencia, cultura, nivel social, capacidad, interés, estado emocional… Denominador común: la etiqueta que llevan en la mochila. La ha adherido nuestro mundo, que los cataloga y prejuzga. Hay etiquetas afortunadas. Otras muchas, no, porque damos por supuesto que son o van a ser de una determinada manera o  ya tienen  marcado su futuro, antes de haber empezado a vivir.

 Los miramos con el tamiz de nuestra vida privilegiada, sin dar opción a la idea de que la suya pueda transcurrir de otra forma distinta de la que, predeterminadamente, les hemos adjudicado. Y sentimos cierta incomodidad, lamentando la desdicha de quienes viven en el dolor, la explotación, la miseria… pero están lejos. Si están cerca, miramos de soslayo lo diferente o cuestionamos su mundo,  porque su perfil  no corresponde a nuestra mal entendida “normalidad”.

No somos insensibles al inevitable contraste de imágenes y noticias a las que tenemos acceso. Las de los que disponen de cuanto está a su alcance; las que reflejan grandes esfuerzos para subsistir en el mundo occidental; las de quienes buscan un lugar donde vivir, arriesgándolo todo; de quienes no tienen más que el bien preciado de la vida, en toda su dureza, y aún son capaces de brindar sonrisas.

 No somos insensibles, pero…

Pero justificamos el futuro de esa infancia  según el azar del lugar, de la familia y entorno donde ha nacido. Eso creemos. Y ahí nos quedamos.

Sería necesario cambiar la actitud, el chip de la “inevitable injusticia”. Debemos creer que el acceso a la EDUCACIÓN, desde la más sencilla y humilde, es la única posibilidad de dignificar su presente y su futuro, la gran oportunidad. Abrir mentes, potenciar capacidades, satisfacer inquietudes, facilitar miradas amplias, proteger derechos,… Aquí y allá.  Porque, también así,  dignificarán su mundo.  Ellos y, especialmente, ellas son de una vulnerabilidad extrema. Les queda tanto camino…

Se trata de “hacer”, aunque no siempre sabemos o  podemos. Pero en nuestras manos está  “pensar” sin etiquetas.

Gracias a las personas que lo hacen posible día a día, sin rendirse. Son muchas.

Y gracias a vuestra asociación. Lo tenéis muy claro.

Grandes pequeños granos de arena.

G.C.

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